Día de la Flor Nacional: El Ceibo

El 22 de noviembre de cada año, en nuestro país se celebra el Dia de la Flor Nacional en honor a la flor del ceibo. También denominado seibo, seíbo o bucaré, es una especie característica de la formación denominada bosques en galería, que tienen una estrecha vinculación con la ribera de un río, esteros, pantanos y humedales. Esta especie es originaria de América, especialmente de la Argentina (zona del Litoral), Uruguay (donde también es flor nacional), Brasil y Paraguay.

Fue declarada flor nacional en 1942 por Decreto del Poder Ejecutivo Nacional Nº13.847/42. Pero recién a partir de 2008 se instituyó el 22 de noviembre como el Día de la Flor Nacional (Ceibo).

FOTO: https://www.flickr.com/photos/bambolia/

Su nombre científico es Erythrina crista-galli y significa en latín cresta de gallo por el color rojo carmín de su flor. La flor del Ceibo puede llegar a medir entre 6 y 10 centímetros con un diámetro de 0.50 cm.
El árbol es de corteza áspera de color pardo grisáceo, muy gruesa y muy rugosa, con profundos surcos florece entre los meses de octubre hasta abril, en forma de inflorescencia arracimada.

El árbol puede llegar a medir una altura de 12 metros con un diámetro de más de 10 metros. Posee un tronco algo ondulado y leñoso, de ramas con espinas. Sus hojas son compuestas y de color verde medio. Además, son caducas, esto quiere decir que en época otoñal las hojas se caen para volver a crecer en primavera.


La leyenda Guaraní del Ceibo

Cuenta la tradición oral que en las riberas del Paraná vivía una indiecita de rasgos toscos, llamada Anahí. Era fea, pero en las tardecitas veraniegas deleitaba a toda la gente de su tribu guaraní con sus canciones inspiradas en sus dioses y el amor a la tierra de la que eran dueños… Pero llegaron los invasores, esos valientes, atrevidos y aguerridos seres de piel blanca que arrasaron las tribus y les arrebataron las tierras, los ídolos y su libertad.
Anahí fue llevada cautiva junto con otros indígenas. Pasó muchos días llorando y muchas noches en vigilia, hasta que un día en que el sueño venció a su centinela, la indiecita logró escapar, pero al hacerlo, el centinela despertó y ella, para lograr su objetivo, hundió un puñal en el pecho de su guardián y huyó rápidamente a la selva.
El grito del moribundo carcelero, despertó a los otros españoles que salieron en una persecución que se convirtió en cacería. Al rato la joven fue alcanzada por los conquistadores. Éstos, en venganza por la muerte del guardián, le impusieron como castigo la muerte en la hoguera. La ataron a un árbol e iniciaron el fuego, que parecía no querer alargar sus llamas hacia la doncella indígena, que sin murmurar palabra, sufría en silencio, con su cabeza inclinada hacia un costado. Y cuando el fuego comenzó a subir, Anahí se fue convirtiendo en árbol, identificándose con la planta en un asombroso milagro.
Al amanecer los soldados se encontraron ante el espectáculo de un hermoso árbol de verdes hojas relucientes y flores rojas aterciopeladas que se mostraba en todo su esplendor, como símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento.



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